"En las calles pobres de Los Angeles imperaba el desorden en aquellos días, y sólo sobrevivían los fuertes. Yo era un chico grande, huesudo y fuerte. Lo conseguí. El problema era que me gustaba. Me encantaba el impacto de los nudillos en los dientes, sentir el terrorífico rayo que te atraviesa el cerebro cuando alguien encaja uno limpio y tienes que procurar soltarte y recuperarte y saltarle encima antes de que acabe contigo. "
Charles Bukowski.
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